Por Ricardo Bustos
Conversando con mi vecino, me preguntaba cuál era el motivo de la crisis laboral, falta de seguridad, atención médica, educación, déficit, inflación… en fin, todo lo que estamos observando no sólo en nuestro país, sino en gran parte de nuestra América.
En esta ocasión vale reconocer que esto no ocurre por casualidad, existen responsables y precisamente son todos aquellos gobernantes que desde el siglo pasado vinieron atando todo con alambre sin detenerse a planificar un modelo de país que permita cobijar a todas las generaciones que fueron llegando a la vida.
Es obvio que si a comienzos de la década del ‘70 éramos casi 24 millones de habitantes y hoy somos 40 millones, algo sucedió entre lo primero y lo actual. Los hospitales en su gran mayoría superan los 40 años de antigüedad con casi la misma infraestructura y el doble de pacientes. Las escuelas públicas saturadas de niños y con una metodología de aprendizaje absolutamente diferente, con libertad exagerada en el comportamiento de los alumnos frente a los docentes y estos que se encuentran cruzados de brazos pues al primer intento de reprender a un alumno, aparecen la mamá o el papá con un machete y les rompen la cabeza, como está sucediendo en muchos lugares del país.
Está muy bien que el alumno deba ser contenido en la escuela, pero ello no significa que la familia se desentienda y encima reaccione violentamente cuando se entera que su «niño» no es lo que parece y nada lo habilita para hacer de su vida lo que le venga en ganas. El dinero que el Estado aporta desde Anses no es para que vaya a la Escuela sino para ayudar a su familia, algo que el propio Estado se encargó en ocultar con la excusa de promover una ayuda escolar para que los niños y jóvenes permanezcan incluidos en el sistema educativo, algo que desnuda la realidad económica de millones de ciudadanos.
Ningún gobernante, antes o ahora, tuvo la idea de acompañar el crecimiento demográfico con medidas que fueran cubriendo las necesidades que tiene el ciudadano común con su salud y basta ver los hospitales atestados de enfermos sacando números a la madrugada para darnos cuenta que los responsables de la salud se quedaron en la década del ‘70 y la verdad, por más números que hagan y hablen en los medios explicando lo inexplicable, la realidad es una sola… somos muchos más y hay mucho menos para atendernos y ahora, como si fuera poca la angustia, nos enteramos que hay profesionales de la salud «truchos» ejerciendo en instituciones públicas y privadas.
La delincuencia creció en cifras que ya no se pueden saber por no existir un censo que permita desarrollar planes para disminuirla y los investigadores creen que es como un cóctel Molotov con la mecha cerca del fósforo porque es un enemigo al que no se conoce y camina a nuestro lado permanentemente.
Hoy, por la aplicación de leyes blandas, la Policía no puede interrogar o llevar a la comisaría a un sospechoso, pero si usted o yo, ciudadanos comunes que trabajamos y cumplimos con todas las leyes, golpeamos a un delincuente, al instante estamos subidos a un patrullero camino a la dependencia más cercana.
Abrimos las fronteras para que venga cualquier extranjero sin pedirle antecedentes sobre su comportamiento en los países de origen y así nos fue. Es cierto que no todos son delincuentes pero crecimos en cantidad de habitantes y también recibimos invasiones foráneas de aquellos países que por idénticos problemas a los nuestros, fueron desplazando del sistema a su gente más necesitada en vez de contenerla como corresponde y los gobernantes de esos países que, casualmente son todos «muy amigos» en ideologías y formas de gobernar, creyeron solucionar sus problemas quitando del medio a su propio pueblo, obligando a otros a hacerse cargo de toda la asistencia necesaria de esa humilde gente.
Lo insólito es que después los vemos a todos los presidentes aún aquellos que no comulgan con ideales parecidos, juntos en la típica foto que intenta demostrar lo unidos que estamos todos los hermanos latinoamericanos, pero los invitaría a permanecer sin permiso en Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil, Perú, Venezuela y algún otro «Estado amigo», casualmente países de los que llegan nuestros «hermanos» y entran como si fuera su casa quedándose por el tiempo que quieran reclamando los mismos derechos que, supuestamente son nuestros y en muchos casos indocumentados sin que algún gobernante tome algún tipo de medidas. La prueba más evidente es el crecimiento desmedido que han tenido la mayoría de las villas en el país, donde más del 70% de sus habitantes son extranjeros.
Días pasados un señor que supo quién era este servidor y leyó una reflexión me dijo: «Si no te gusta como estamos andate y listo», y le respondí: «La palabra se va conmigo y puede ser escrita desde cualquier lugar en el mundo».
Por cierto que está lejos de mi esa forma de pensar porque estoy en las antípodas de la discriminación, pero si no reconocemos que esto es una realidad, jamás vamos a comenzar el camino de las soluciones y si continuamos escondiendo y mintiendo con números que a la población muy poco le importan, seguiremos fracasando junto con quienes tienen que tomar determinaciones y obrar en consecuencia, de lo contrario, seguiremos enfrentándonos con fondos buitres porque no alcanzará el dinero para mantener a todos. Cada día son mas extensas las colas frente a los cajeros para cobrar el «plan social», el que perciben jóvenes con celulares de última generación, motos de alta cilindrada y poco alimento para sus niños.
Estos son temas que no pueden solucionarse desde la ideología o simpatía por uno u otro partido político y aquellos que defienden lo indefendible simplemente por pertenencia, deberían comprender que, llegado el momento, no sólo serían partícipes de una culpa sino de una consecuencia nefasta donde también formarían filas detrás de los que sufriremos por la inoperancia de quienes fueron elegidos para solucionar los problemas, que ya conocían desde hace muchos años e ignoraron sus resultados.
Si de algo estoy seguro, es que seguirá teniendo apoyo de la Casa Rosada con fondos del Estado, la «Ayuda social» para que no le estalle el país en ls manos.
En fin… somos más habitantes y cada día con menos atención de los que gobiernan. En parte nosotros somos responsables por haber permitido durante tantos años que nos sometan a su antojo.
El 2001, quedó allá lejos y mas lejos aún la Dictadura como para seguir todavía con el mismo libreto para echar la culpa a otros. Deberemos replantear como mujeres y hombres de la nación cuales son los Derechos Humanos verdaderos, que tipo de educación queremos para nuestros niños y jóvenes y que educación e instrucción exigiremos que tengan los futuros gobernantes ya que a los que tenemos no los podemos cambiar porque vinieron con fallas de fábrica, con el respeto hacia sus familias que, quizá no los prepararon para las funciones que hoy cumplen. Tenemos dirigentes políticos a los que les cuesta mucho hilvanar alguna frase en un discurso público y eso también se refleja en la función. Todavía, en gran parte de Argentina, el poder se esconde detrás de punteros políticos que tienen la llave para hacer ganar una elección a la figura del pueblo, sin importar su capacidad.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556